La voluntad humana es una fuerza muy poderosa.
Es como el agua: fluida, transparente, sin color ni olor, sin forma predeterminada. Como el río, si intentas contenerla, crecerá hasta ahogarte o aplastarte.
La manifestación más temprana de nuestra voluntad es la visualización. Es decir, primero debemos concebir las ideas y hacerlas nuestras. La visualización es soñar despiertos.
Todos podemos soñar despiertos, incluso desde muy pequeños. Fantasear con los ojos abiertos debería ser un ejercicio recurrente o una materia obligatoria durante nuestra niñez.
¿Te imaginas cómo sería todo si desde nuestra infancia aprendiéramos a soñar y rediseñar el mundo del futuro con inocencia y optimismo?. Precisamente esa es la búsqueda cuando planteo la noción de Futuropía.
La conservación de nuestro planeta y la permanencia de nuestra especie pueden depender de esto.